No tengo idea de las dimensiones de mi pérdida, no sé el tamaño que va a alcanzar mi pena. No tengo idea de qué va a ocurrir cuando tu muerte pase a formar parte de la vida cotidiana. Tarde o temprano y estoy segura que más temprano que tarde, nuestros hijos, tus hermanos, los mios, nuestros amigos y los mios, se acostumbrarán a tu ausencia, vivirán con tu dulce recuerdo y ya no detendrán sus ojos en mi. Para ellos, mi soledad también se hará cotidiana.
Hoy todos atienden a mis reacciones, me consideran, me acompañan, me cobijan, se duelen conmigo de mi pérdida que además es también su pérdida, inconmensurable para tus hijos y para tus hermanos, aunque no tenga las dimensiones y las implicaciones que tiene la mía. Pero lo sé por experiencia, ese sentimiento de duelo es más o menos efímero, pasa y con él pasa también la solidaridad que tengo hacia el otro. En el caso el otro soy yo.
Hasta hoy, 21 de enero, me han acompañado: mis hijos y yo, tus hermanos y yo, nuestros amigos y yo, mis amigos y yo... Esa compañía me ayuda y me conforta, fundamentalmente porque me permite hablar de ti, que eres por ahora mi único tema, mi único pensamiento hasta la obsesión.... ¿SERA TAMBIEN QUE ESA COMPAÑÍA ME PERMITE NO CONFRONTARME CON TU AUSENCIA COMO LO HAGO EN CUANTO ESTOY SOLA? .... es posible.
Pero advierto que esa compañía se irá poco a poco agotando. Sé que los hijos se acostumbran a la ausencia de sus padres, los hermanos a la de sus hermanos, los amigos a la de sus amigos.. y que tarde o temprano quedan sólo recuerdos. Sé también que las parejas se acostumbran a la ausencia del otro y espero que así sea. Creo que acostumbrarse a esto lleva tiempo y sé que el mío de llegar, ahora lo dudo, tendrá que ser más pero más largo que el de tus hijos, tus hermanos y tus amigos, porque a diferencia de ellos, mi vida era la tuya. Porque durante 42 años dependí emocionalmente de ti, porque todos los días sabía que contaba contigo, porque te sabía en mi vida y me sabía en la tuya, porque me protegías, porque me amabas, porque me necesitabas, quizas no tanto como yo a ti; porque viviamos todo juntos e intensamente, porque nos entusiasmaba lo mismo, porque compartiamos los mismos amores, porque nos divertía lo mismo, porque nos reíamos de lo mismo, porque gozábamos intensamente largas largas pláticas y también largos silencios acompañados; porque nos angustiaba lo mismo, porque nos preocupaba lo mismo, porque teniámos muchos miedos en común, el último año más de los que nunca imaginamos o quizás sólo uno que valía por todos; porque gozábamos nuestra casa todos los días, porque nos encantaba nuestra casa, porque gozábamos cada viaje, los recuerdos de los viajes, la suerte que teniámos de haberlos podido hacer y porque gozábamos planeando el próximo. Porque nos sentiámos orgullosos de lo mismo, porque nos podíamos sentar enfrente de esta computadora a ver mil veces las mismas fotos y a sorprendernos con las recién sacadas. Porque sabiámos lo que nos enojaba, porque éramos capaces de tolerarnos en las mil cosas de uno y otro que no nos gustaban y que nos caían en el hígado, porque nos perdonábamos con absoluta facilidad y sin rencores, porque nos acompañábamos siempre siempre
Hoy tendrías que estar aquí. Hoy te tendrías que haber ido a los toros. Hoy se fueron todos menos tu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario